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Poder hacer el camino hacia nosotros mismos (lo que queremos, cómo afrontamos la enfermedad y la muerte, cómo amamos, qué sentido nos damos, etc.) implica trascender nuestras creencias y abrirnos a un espacio de mayor libertad. En su experiencia vital, Nacho Bañeras (Barcelona, 1980) se ha sentido atraído hacia el magma de elementos, ideas, emociones y prejuicios que nos dan forma. Este magma, según sus palabras, «nos permite ser sujetos y, a la vez, nos sujeta a una cosmovisión compleja que implica una determinada manera de ver y vivir el mundo». Lo que posibilita nuestro ser también nos mantiene en un espacio limitado (la identidad) y, a lo largo de nuestra vida, tenemos la posibilidad de desenroscar esa madeja para conocernos y distanciarnos de lo que nos sujeta. Decir lo que sentimos y sentir lo que decimos es conciliar las palabras con la mente. La experiencia filosófica es un camino para zarandear nuestras corazas, desvelar nuestros miedos y atender a nuestra libertad interna. Un camino abierto al que, constantemente, todos estamos invitados.