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Comence´ a leer este libro pensando que naci´a de la nada, que naci´a del deseo y nada ma´s comenzar a transitar sus poemas... una sima profunda, un precipicio interior y de repente los pa´jaros. [...] Este es un libro sobre lo que somos, lo que apenas nos atrevemos a desvelar, un libro de poemas que avanzan y retroceden, se complementan y se reescriben. [] Y ahora queda hacer lo que invariablemente hemos querido, llenar las páginas en blanco, llenar sus espacios con el color de las palabras, coser renglones para cosechar y ensanchar lugares fuera de lo posible. Estas son algunas de las palabras introductorias de Pedro Mora al poemario de Alicia Martínez, La palabra blanca.
Quizás sean la poesía, una sonrisa o el amor, cosas poco tangibles, las que den más solidez a nuestra vida, cosas cuyos secretos nunca podremos desentrañar. Ellas simplemente están ahí. Nos permiten la entrega. Simone Weil dice que el propósito de la vida es construir una arquitectura en el alma. La poesía es esa arquitectura aérea, intangible, pero que puede sostener toda una vida. Así es como la autora comparte con nosotros, en el prólogo, la solidez que podemos encontrar en el vacío, en abandonar las certidumbres y escuchar esa palabra blanca que siempre acude a nosotros en la escucha. Dice Alicia en un poema: La palabra blanca siempre viene a quien no espera, a quien callado se deja llevar más allá de las palabras. Siempre hay un más allá de todo, una mirada poética que descubre nuevos territorios.
La palabra blanca encuentra su lugar natural en la Colección Poética del Despertar de la Editorial Sirena de los Vientos, porque cuando la vida despiertaaparece, inevitablemente, la poesía.