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Considerada por el propio autor como una de sus mejores obras, Naturaleza, hombre y mujer es un análisis lúcido y profundo sobre la relación entre hombres y mujeres. Según Watts, hay una correlación simbólica entre la actitud de un ser humano hacia la naturaleza y su actitud hacia el sexo opuesto. La relación amorosa se hace problemática allí donde existe un sentimiento de separación entre hombre y naturaleza. Cuando el mundo natural es considerado como una realidad inferior, la sexualidad aparece como mala y degradante. La hostilidad hacia la naturaleza, tan característica de la civilización cristiana, ha sido la raíz de nuestra angustia y soledad personal, de nuestro miedo a sentir, de nuestra renuncia al amor. En contraste con ello, la vieja sabiduría del taoísmo chino enseña un tipo percepción no fragmentada, donde la naturaleza es captada como un todo orgánico que incluye al ser humano, y donde no hay disociación entre lo natural y lo espiritual. De acuerdo con estas ideas, Alan Watts considera que la experiencia sexual puede revestir una función de iniciación cuasi mística. El placer sexual sería la culminación, generalmente reprimida, del placer mismo de la vida en su coincidencia con el universo entero. Se abre así una nueva y mucho más profunda perspectiva para el amor y el sexo, donde la espiritualidad de lo cotidiano incide con la asunción de lo natural. armonizado y se siente a gusto.