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«La poesía de Basho, ese hombre frugal y pobre que escribió ya entrado en años y que vagabundeó por todo el Japón durmiendo en ermitas y posadas populares; ese reconcentrado que contempla largamente un árbol y un cuervo sobre el árbol, el brillo de la luz sobre una piedra; ese poeta que después de remendarse las ropas raídas leía a los poetas chinos; ese silencioso que hablaba en los caminos con los labradores y las prostitutas, los monjes y los niños, es algo más que una obra literaria: es una invitación a vivir de veras la vida y la poesía. Dos realidades unidas, inseparables y que, no obstante, jamás se funden enteramente: el grito del pájaro y la luz del relámpago.
La idea del viaje viaje desde las nubes de esta existencia hacia las nubes de la otra está presente en toda la obra de Basho. Viajero fantasma, un día antes de morir escribe este poema:
Caído en el viaje:
Mis sueños en el llano
dan vueltas y vueltas.»
Octavio Paz