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A comienzos del siglo XVII surgió en Occidente un nuevo modo de conocimiento que poco a poco fue dominando todos los campos del saber. La ciencia comprendía cada vez mejor la exterioridad física del mundo, que a su vez fue despojándose paulatinamente de todos los arquetipos y cualidades que poseía para convertirse en una realidad exclusivamente material y mecánica de causas y efectos. El ser humano adquirió una tecnología y unas comodidades que jamás hubiera podido imaginar en el pasado, pero esto tuvo un precio: el mundo fue perdiendo su «interioridad», su alma, y todo su sentido teleológico, así como el verdadero potencial de la imaginación (imaginatio vera) en cuanto forma de conocimiento.
Considerado a menudo como escapismo, este conocimiento perdido nada tiene que ver con lo que se entiende vulgarmente por fantasía. La imaginación que explora este libro a través de las obras de Owen Barfield, J. Wolfgang Goethe, Henry Corbin, Kathleen Raine, William Blake, Erich Heller y Rudolf Steiner, entre otros, es la capacidad creativa, inherente a la mente humana, de otogar a las imágenes un contenido metafórico, o simbólico, cuyo amplio campo de significados expresa la interioridad de las cosas externas. Sin esta cualidad, el mundo aparece demediado, solamente como una realidad física exterior, separada de nosotros; y, como afirma el físico estadounidense Steven Weinberg sobre el universo: «Cuanto más comprensible nos parece, más parece carecer de sentido». De ahí que recuperar este conocimiento perdido, que compensa las carencias de la visión unívoca del cientificismo, sea en nuestro siglo más necesario que nunca.