El paso de la niñez a la adolescencia marca un punto decisivo en la vida de los jóvenes. Lo más característico es el nacimiento del juicio propio. Todo lo miden bajo este nuevo patrón de conducta. Numerosas preguntas surgen en su alma: ¿Son los adultos, padres, educadores, etc. verdaderamente dignos de mi confianza? ¿Su superioridad es realmente legítima? ¿Creen realmente en lo que dicen? ¿Pueden ayudarme ahí donde desfallezco? Ellos esperan que los adultos no quebremos su confianza, para poder encontrar en nosotros el héroe que les muestre el camino al Olimpo.